Una de las series de televisión que ha sido de mis
favoritas por años ha sido Sex & the City (eso hasta que sacaron las
películas, ¿cómo pudieron joder algo tan genial?).
¿Quién podría olvidarse de esa mancha de tías
estupendas y con tremenda personalidad? Ellas eran un abanico de personalidades
con la que toda mujer se ha sentido identificada en mayor o menor medida en
algún momento; tenias a la tía
fashionholic, la workaholic, la me-hago-la-estrecha-holic
y por supuesto no podía faltar la tía
ninfómana, la me-levanto-todo-lo-que-se-mueve-holic.
De todas ellas mi favorita era definitivamente ésta
última, quizá porque de todas era la única capaz de vivir su sexualidad plenamente (a veces demasiado), sin tener miedo a
experimentar, de ser tildada de puta o devoradora de hombres. Hay que ser
honestos, eso implica aceptarse tal como
uno es (más con defectos que con
virtudes) y tener los calzones bien puestos para zurrarse en lo que uno
se tenga que zurrar.
Un episodio que recuerdo en particular es aquel en
donde mi heroína entraba muy oronda a
una tienda y le recriminaba al encargado que el toy-operated-boy que había
comprado era básicamente una estafa,
había que verle la cara de sorpresa cuando el encargado le respondió que el
aparato en mención no era un dildo ¡sino un masajeador muscular!
Lo interesante de todo esto es que el aparato que inspiró esa
historia existe en la vida real.
El dispositivo original fue desarrollado en
China en primera instancia como un masajeador para aliviar dolores musculares
bajo el nombre de Hitachi, pero con su
llegada a los Estados Unidos (allá por los años 70) su uso se
expandió a las artes amatorias (producto quizá de algún amante
creativo que no encontró mejor cosa que hacer en su tiempo libre); eso hasta que se dieron cuenta de que era peligroso para ese uso en
específico dado que el artículo de los 70`s era conectado directamente a la
energía eléctrica y daba de cuando en cuando chispazos en plena faena, eso
además de medir más de 30 cm de largo. Creo que a ninguna de nosotras nos
gustaría morir hecha un anticucho y de un electroshock vaginal, ¿verdad?
Inspirados en esa historia, otra compañía China (¡esos chinos están en todas!)
desarrolló un artículo que tenía todos los beneficios del producto original es
decir, el diseño, la forma, etc, pero mejorado y adaptado al 100% para tener
una buena experiencia al sur de tu ombligo.
Dicho en buen cristiano, crearon un producto con el peso, medida oficial y sin riesgos de por medio, nada de
electroshocks ni de sustos de ningún tipo
porque lo diseñaron para funcionar a pilas. A ese nuevo dispositivo lo
bautizaron con el nombre de Wanachi.
La colección Wanachi
tiene 4 productos: El Mini, Mini-Mini, Micro y Maxi. En esta oportunidad en
particular me voy a centrar básicamente en el Wanachi Mini y contarles mi pericia con él.
Debo confesar que adquirí el Wanachi desconfiada,
quizá porque mi experiencia con dildos no había sido de las mejores hasta ese
momento y se limitaba al uso de uno bien
básico al que describiré como comer huevos sin sal. Quien me lo vendió me juró
por su madrecita que esa maravilla me
llevaría a las estrellas en un 2 x 3. Creo que
mi incredulidad se debía a tener tanta cosa buena a un precio más que
económico (eso en comparación a otros dispositivos en el mercado que pueden ser
súper caros), aún y con todas las dudas decidí comprarlo.
Me encontraba sola de viaje, caída de cariño y con
unos calores que no se solucionaban ni con agua fría. En resumidas cuentas era
una situación desesperada que demandaba una solución desesperada. Me moría de
la curiosidad por probarlo pero tuve que
esperar pacientemente hasta final del día, momento en el que pude llegar
a la habitación de mi hotel. Abrí la caja impaciente y me
encontré con un aparato con 2 baterías AAA, mide aproximadamente 21 cm de
largo, con una cabeza de silicona de 4.4 cm de largo y 3.5 cm de diámetro y con
un regulador de velocidades en la parte superior de la vara al que sólo hay que
girar para ajustar el nivel de la
vibración. Una vez hecho el peritaje técnico preparé la bañera con burbujas, dejé a la mano
un poco de lubricante de base acuosa y me lancé al ruedo a domar
al toro (¿mencioné que esta maravilla es water proof?), ¡OH SI!
¡¡¡¡OH SI!!!! Lo único que puedo agregar es que fueron los 30 euros mejor invertidos de mi
vida. Debo reconocer que este dispositivo hace maravillas en tiempo récord.
Mi recomendación si
decides probarlo es que primero te familiarices bien con las velocidades y
descubras cuál es la ideal para ti, no olvides tener un buen lubricante en base
a agua (jamás uses el de base a silicona
porque dañarás tu juguete).
Cabe recalcar que el Wanachi Mini puede tener un nivel de vibración muy
potente (lo que para mí es fabuloso). Cuando termines de usarlo no olvides
remover las baterías (¡caso contrario el
Wanachi las devorará!). Definitivamente lo recomiendo para todas aquellas que
quieran liberar aunque sea en la soledad de su habitación a la Samantha que
llevan por dentro.
¿Lo quieres? Adquiérelo aquí.
Michella_Caldwell


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